Nos encontramos desarrollando una serie de proyectos arquitectónicos que estudian y reflejan en sus características estéticas y funcionales el concepto “piel del edificio”. ¿Qué queremos decir con la “piel del edificio”?
En breve: cuando las categorías arquitectónicas de imagen visual, espacio habitable, estructura y programa se encuentran subsumidos por una forma simbólica global obtenemos edificios especiales pero que no son funcionales ni honestos.
Al contrario, cuando el espacio y la estructura se encuentran al servicio de la habitabilidad y el programa, podemos resolver el continente de forma óptima y mantener libertad para trabajar la piel de forma independiente. Obtenemos así edificios bellos y únicos y a la vez habitables y funcionales.
La piel del edificio es capaz de modificar, estética y funcionalmente, a un edificio mediante su envolvente con el objetivo de adaptar la relación del edificio con el entorno, sus relaciones visuales y los intercambios energéticos.
Este mes presentamos un estudio de piel estructurada mediante el uso de diferentes cuerpos geométricos. Se trata de una piel cambiante que juega con el punto de vista y la luz, a partir de la mayor sencillez y elegancia geométrica. La envolvente está compuesta por pequeños módulos desplazados y capaces de rotar en su eje vertical. Además de lograr una imágen visual potente y única, con este diseño conseguimos aislar al edificio de condiciones ambientales adversas, a la vez que logramos captar energía ambiental.
En las próximas entregas presentaremos diferentes proyectos que evidencien la poderosa herramienta de esta estrategia arquitectónica conceptual y formal: la piel del edificio.