Tiene mucho sentido que España sea un referente mundial en el sector del ocio. Recordemos que España ya recibió su primer millón de veraneantes en 1954. A lo largo de los siguientes 20 años, el turismo creció a ritmos anuales de entre el 15-25% hasta alcanzar en 1974 una cuota del 16% del total de turistas mundiales.
A este fenómeno se le llamó “boom”, incluso “milagro”, y se consolidó a lo largo de los 80 y 90 con la incorporación de los propios españoles al público turista.
Durante más de 40 años, España se ha mantenido entre los 5 primeros destinos mundiales en números absolutos, tanto de visitantes como de ingresos, junto con Estados Unidos, Francia, China e Italia.
En este año 2014, la industria turística española vuelve a liderar la recuperación económica del país tras la crisis. Mientras que la previsión de crecimiento para el conjunto de la economía es del 0.9%, los datos a mitad de año hacen prever una nueva temporada récord en visitantes, ingresos y generación de empleo, logrando que el PIB turístico español aumente a un ritmo del 2.4%.
Pero no importa sólo el número total de visitantes o divisas que recibe un país, sino el protagonismo relativo que tiene el turismo en su economía. En este aspecto, España ocupa un primer puesto destacado superando con creces la importancia que tiene el turismo en otros destinos comparables. Según el World Travel & Tourism Council, sumando el PIB directo, el indirecto y el inducido, el peso del turismo en la economía española supera el 15%, la mayor cifra de entre las primeras 20 economías del mundo, y la mayor entre los principales rivales turísticos.
El boom de los 60-70 no habría sido posible sin el desarrollo exponencial de la oferta para responder a la enorme demanda turística. En muy poco tiempo, España tuvo que construir infraestructuras de transporte y alojamientos, restaurar los atractivos históricos, habilitar las playas, formar a profesionales y desarrollar normativas de calidad turística. Todo este bagaje se ha consolidado a través de las décadas, haciendo que las empresas españolas relacionadas con el turismo y el ocio protagonicen el desarrollo de otros destinos vacacionales, exportando sus experiencias, habilidades y conocimientos.
Tras tantos años liderando el turismo global, es lógico que España exporte tecnología del ocio.