La confluencia de revoluciones tecnológicas en computación, telecomunicación y medios audiovisuales nos ha lanzado vertiginosamente hacia la Era Digital. La penetración mundial de estas nuevas tecnologías se ha producido a un ritmo trepidante y a una escala muy superior al de revoluciones tecnológicas anteriores.
Si comparamos el tiempo que ha tardado cada tecnología en alcanzar al primer millón de usuarios, vemos que mientras el libro impreso tardó más de un siglo en alcanzar esa cifra de lectores y la locomotora de vapor varias décadas, el primer millón de automóviles tardó unos años en venderse y el de radios meses. Hoy en día, las novedades alcanzan a un millón de personas en cuestión de horas, incluso minutos.
El efecto de este ritmo es difícil de predecir, pero en el sector del ocio ya se perciben dos efectos muy opuestos. En el lado positivo, cualquier persona desde casi cualquier lugar del mundo puede informarse y elegir opciones muy diversas para pasar su tiempo libre. Puede viajar o entretenerse en casa, puede divertirse a solas o en grupo, puede compartir sus experiencias con conocidos y desconocidos. Puede generar y recibir contenido de forma instantánea, por cualquier medio audio-visual y en cualquier soporte. Una posible tendencia de futuro será que las instalaciones de ocio se diseñen y gestionen teniendo en cuenta estas nuevas pautas de comportamiento, permitiendo al usuario seleccionar y reservar sus actividades, gestionar detalles de la experiencia, y compartirla con quien quiera en el momento que quiera.
En el lado negativo hay voces que denuncian la reducción del tiempo de ocio, especialmente entre los más jóvenes. Las últimas encuestas reflejan que los menores de 25 años sufren más estrés que los demás segmentos de la población, debido a la falta de sueño y tiempo de descanso, y a la prolongación de la jornada laboral. Antes de la aparición de Internet se desconectaba en vacaciones, ahora el 46% de turistas viajan con su móvil y revisan el correo. La separación entre tiempo dedicado al trabajo y al ocio se difumina, y los periodos vacacionales se van acortando. Los avances tecnológicos que iban a liberarnos del trabajo y permitirnos dedicar tiempo a pensar y estar con la familia, son percibidos por algunos como una nueva forma de esclavitud.
La realidad estará probablemente en un punto intermedio entre la libertad total y la dependencia absoluta. En cualquier caso, el efecto de las tecnologías digitales en el ocio es de gran alcance y hay que estar preparado.